El candidato

Estamos en la vieja oficina de una procesadora de carnes. Édgar, un hombre mal vestido y de mediana edad, está sentado tras un sucio escritorio mirando a Nicola, un sujeto joven y con un traje de lino azul oscuro que le da un aire a presentador de noticias.

Nicola: No vas a ganar la presidencia, mucho menos la candidatura del Partido Colorado…

Édgar: ¿Entonces qué haces aquí?

Nicola: Déjame terminar…

Édgar: Ok, ok. Supongo que esto es parte de tu rutina ¿Quieres convencerme de algo?

Nicola: Édgar.

Édgar: Dime.

Nicola: Escúchame.

Édgar: ¡Te estoy escuchando!… Te escucho.

 

Nicola levanta su mano derecha con la intención de numerar.

 

Nicola: Eres miope, gordo, fofo, viejo, mal arreglado, áspero, poco humilde y a todo el mundo le das asco… bueno a tu esposa no… creo…

Édgar:… ¿Y?

Nicola: … Y entonces debes cambiar toda tu imagen. No abruptamente, porque la gente te percibirá artificial, falso. Debe ser muy lento, pero contundente.-

Édgar: No. Estas equivocado.

Nicola: ¿Cómo?

Édgar: Uruguay ha tenido un montón de presidentes mal vestidos, gordos y con las cejas peludas. Yo estoy en la línea, en la línea presidencial, puedo ganar esto tan solo usando un traje… Pero ¿qué se puede esperar de ti? No eres de aquí, eres un extranjero.

Nicola: ¿Soy un extranjero?

Egdar: Sí, un extranjero. No sabes cómo es nuestra política. Yo mismo he votado por hombres similares a mí que han terminado en la presidencia, y siempre ha sido así, y siempre será así… Habla con mi secretaria y dale tus honorarios por hora. No volverás a esta oficina.

Nicola: Puedes mentirte todo lo que quieras, pero eso no evitará que hagas el ridículo en escena.

Édgar: Yo nunca monto espectáculos Sr. Nicola, yo soy un hombre de acción.

Nicola: Édgar, no has entendido como se juega esto. Te lo explicaré una vez, pero solo una vez, y si no lo entiendes tomaré mis horarios, me iré ¿Ok?

Édgar mira fijamente a Nicola.

 

Nicola: ¿Sí?

Édgar: Te escucho.

Nicola: Julio Poe ha desempañado varios cargos dentro del Partido Colorado y en el gobierno. Ha sido sub-secretario, secretario, ministro, diputado y en una ocasión estuvo muy cerca de ser el alcalde de Montevideo, tan cerca que la población por mucho tiempo le consideró como un segundo alcalde. Julio tiene cuarenta y dos años, es alto, delgado, bien parecido, felizmente casado con una mujer preciosa y amable, tiene dos hijas que parecen de revista, y tiene una cuenta de Instagram con más seguidores que toda la población del Uruguay ¿Entiendes lo que digo verdad?

Édgar: Más o menos.

Nicola: Por otro lado estas tú. Uno de los pocos empresarios del Uruguay que construyó toda su fortuna desde cero, pero que es acusado de hostigar a la competencia, maltratar a sus empleados y utilizar sus influencias para que el estado le otorgue ciertas ventajas. Además de ser muy desagradable con la prensa. En resumen, eres el tipo malo. Eres el antagonista perfecto para resaltar aún más la figura de Julio. Si encaras esta campaña con la imagen que tienes ahora, vas a recibir una golpiza, y ¿sabes qué? Tu limitada perspectiva del asunto va a ser que ignores la situación, hasta que descubras que estás perdiendo sin remedio. Vas a desesperarte, harás cosas estúpidas que te hundirán más y más. Y cuando pierdas, te vas a consolar con la idea de que “fuiste uno de los pocos empresarios” que tuvo el valor de postularse a la primera magistratura, y se lo contarás a tus amigos, a tus hijos, a tus nietos, a tus clientes más íntimos, con orgullo, y ellos te aplaudirán. Pero en tu interior sabrás que siempre te mirarán como un viejo, gordo y agrio perdedor. Ya no más Édgar, el fuerte empresario, desde ese momento serás “El gordo que perdió contra Julio Poe”.

 

Édgar mira a Nicola, pero titubea y baja el rostro. Mira al piso.

 

Nicola: En el mundo empresarial el carácter, la fuerza, el poder y la decisión son habilidades más que suficientes para tener éxito, pero en política no. Hay demasiadas historias de Goliats siendo masacrados por un David en las votaciones ¿Y sabes por qué?

Édgar mira su regazo.

Nicola: Porqué es sorprendente el número de voluntarios, asesores, directores de campaña y candidatos, que no entienden que este es un juego que se define por la percepción del público.

Édgar: ¿Para ti esto es como un teatro?

 

Nicola se levantó pausadamente de su asiento.

 

Nicola: No. Esa es una interpretación muy simplista. Verás, no sé si los votantes son tan estúpidos como para creer en una buena imitación, pero los oponentes. Todos ellos tienen un cuchillo entre dientes, y van a ver cualquier falla, cualquier incongruencia que tenga tu aspecto, tu forma de ser, tu pasado, tu discurso. Y cuando encuentren un error que es igual a 2, dirán que es 200, y le gente lo percibirá como un 20.000. Así que no puedes fingir. Debes adoptar una postura, una de la que estés convencido, así no lo estés ahora… porque si no lo haces todos sabrán que no eres genuino, que no eres confiable… que eres irrelevante. Y perderás.

 

Édgar se reclinó en su asiento y miro nuevamente a Nicola.

 

Nicola: Esa fue toda mi rutina… ¿Entonces?… ¿Quieres perder, o me quedo en esta oficina?

 

Édgar debía la mirada hacia su computador.

 

Édgar: ¿Cuándo arrancamos?

Nicola: Ahora mismo.

Édgar: ¿Ya?

Nicola: Hay una cosa que debes hacer ahora, justo ahora, antes de postularte para las primarias.

Édgar: Dime.

Nicola: Debes ocuparte de esa riña que tienes con tu sindicato de transportistas.

Édgar: Tengo ese pleito desde hace meses y no voy a ceder.

Nicola: Debes negociar con ellos.

Édgar: ¿Qué?

Nicola: Frente a frente.

Édgar: Te dije que no voy a ceder ¿estas sordo o no entiendes?

Nicola: Negociar Édgar, dije negociar.

Édgar: Tú no sabes lo que es negociar con un sindicato.

Nicola: No. Y no debo saberlo. Tu solo has el gesto. Diles que estás dispuesto a negociar con ellos. Será la primera vez que hagas algo así, seguro saldrás en prensa, en medios masivos. La gente dirá que estás loco, que escondes tus verdaderas intenciones, que no eres confiable, pero otros comenzarán a dudar. Y cuando estén tomando mate con sus amigos dirán ¿Acaso Édgar Bracho cambió? Y esa será nuestra semilla.

Édgar: ¿Y qué haré con la negociación del sindicato mientras tanto?

Nicola: Alargarla lo más que puedas hasta el día de las votaciones. Y siendo sincero vas a tener que ceder momentáneamente en algunos puntos…

Édgar: No voy a ceder en nada…

Nicola: Momentáneamente. El grueso de votantes que maneja el sindicato de transportistas es demasiado grande como para que lo ignores. Además, si ganas la presidencia las cosas cambiarán para ti, tendrás más poder en la mesa y podrás retractarte en un par de cosas.

Édgar: … ¿y en caso de… de?

Nicola: En ese caso podrás comportarte como siempre lo has hecho hasta hoy, y hacer lo que te dé la gana con el sindicato.

 

Édgar se reclina en su silla, respira hondo.

 

Édgar: ¿Y es necesario que este en esa negociación?

Nicola: Totalmente. Pero vas a trabajar con César Bello, él te acompañará a todas las reuniones y te ayudará a que mantengas la calma.

Édgar: ¿Quién es César Bello?

Nicola: Un negociador profesional. No te preocupes, está incluido en mis honorarios. Mañana tendrás una reunión con él en la mañana, si quieres despedirlo porque no le tienes confianza bien, pero tendrás que buscar a un negociador por tu parte. Mientras tanto llama al sindicato y diles que quieres negociar, solo eso. No des fechas tentativas a posibles reuniones, deja que ellos las propongan. Su sorpresa va a ser tal que van a tardar varios días para ponerse de acuerdo.

Édgar: Pero hay algo que no entiendo… dijiste que tenía que ser genuino para ganar, pero hasta ahora me estás pidiendo que actué, que haga cosas que no quiero hacer.

Nicola: Cuando estemos en el día de las votaciones amarás al sindicato. Será el amor más puro y profundo que una persona pueda experimentar por otra, el amor a conveniencia. Y eso será genuino.

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